Sample: Spirituality book, my Spanish translation

El famoso sacerdote y santo redentorista Alfonso María de Ligorio dijo una vez: “El que confía en sí mismo se pierde, pero el que confía en Dios puede hacer todas las cosas.” Estas palabras ciertamente se aplican a los Discípulos de la Misericordia, que han sido testigos de un gran crecimiento, de un grupo de solo cuatro miembros que se reunían poco después que los mensajes comenzaran en 1994. Los discípulos ahora están presentes en varios continentes (América del Norte, América del Sur y África). Esto demuestra realmente la energía impresionante de la Divina Providencia, porque cuando el Señor pidió “que lleváramos sus palabras a los cuatro rincones de la tierra” el 21 de octubre de 1995, no sabíamos cómo esto podría hacerse, y aunque ya habíamos crecido a alrededor de una docena, nuestros medios eran muy modestos y nuestras capacidades limitadas. Lori preguntó cómo podría llevarse a cabo esta tarea hercúlea. El Señor Jesús respondió: “No te preocupes, yo te enviaré la gente”. Fiel a su palabra, él envió esas almas generosas a quienes sus mensajes les tocaron la fibra sensible de sus corazones y, a diferencia de la parábola del joven rico que se fue porque calculaba el precio del discipulado de Jesús, estas almas respondieron con un entusiasmado “sí”, sin importarles el precio. Si no fuera por su generosidad nunca habríamos llegado aquí, a la publicación del Volumen III del Corazón de Dios. Siguiendo la exhortación del apóstol san Pablo en Efesios 5,20: “En todas las cosas den gracias”, lo más apropiado es que nuestro agradecimiento se exprese en este momento a todos los que han jugado un papel importante en nuestro crecimiento y éxito.

Como es obvio, “A [Dios] la gloria por los siglos” (Romanos 11,36). Jesús dijo una vez en el Corazón de Dios que “cuando un alma reconoce su incapacidad de funcionar sin mi ayuda, el alma ofrece gratitud a mí, el Señor Dios” (6 de agosto de 1995). Verdaderamente, los Discípulos humildemente reconocen su dependencia total a Jesús y a nuestra Madre María, quien tiene la autoría de los mensajes y en quien descansa el éxito final de nuestra misión. El Señor nos había entregado a la Santísima Virgen, bajo el título de nuestra Madre de la Misericordia, Madre de los Enfermos, para ser nuestra patrona, y el franciscano conventual San Maximiliano María Kolbe fue nombrado nuestro santo patrono. A menudo, la función de la patrona y el patrono no es simplemente ser intercesores por el grupo, sino también ser personas dignas de ser imitadas. La sabiduría del Señor es extraña ya que, como Discípulos de Misericordia, ¿a quién podríamos imitar mejor que a la Madre de la Misericordia que “nos ama a nosotros los pecadores a pesar de nuestros severos y crueles tormentos a su Hijo” (23 de agosto de 1995)? El nombramiento del Padre Kolbe es asimismo muy apropiado para que los discípulos lo imiten, no sólo en la práctica de su santidad y devoción a la Inmaculada, sino también en el uso de los medios de comunicación de masa, en los cuales se destacó para la difusión del Evangelio. Esperamos que su intercesión nos guíe para elegir los medios más adecuados y eficaces para comunicar los mensajes en el Corazón de Dios a los “cuatro rincones de la tierra”.

Además de entregar a su madre y al Padre Kolbe, el Señor ha enviado a un ángel para ayudar a los Discípulos de la Misericordia, el Ángel Esteban. La imagen de este ángel se muestra en la portada de los tres volúmenes. Estamos en deuda con el Ángel Esteban, por haber salvaguardado los mensajes y por realizar una protección especial contra los asaltos del maligno, quien siempre está tratando de subvertir los esfuerzos en nuestra “misión de guiar a otros al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de su Madre” (11 de mayo de 1996). El Señor también nos ha dado al Padre Pío, que prevemos que sea reconocido por su santidad mediante su beatificación y finalmente su canonización dentro de los próximos años. Lori se sintió especialmente cerca de esta persona “santa” y tenemos confianza en su promesa a todos sus devotos de “esperar afuera de las puertas del Cielo hasta que todos sus hijos espirituales estén seguros en el interior”. Él sin duda dio la bienvenida a Lori a la morada celestial de la Iglesia triunfante. Entonces, creemos que no es mera casualidad que Lori falleciera en el aniversario de su muerte veinte y ocho años antes. El Señor expresó muy bien los sucesos de este tipo: “No hay coincidencias en el Reino de su Padre. Todo está cuidadosamente planeado, y cada plan es cuidadosamente ejecutado por la voluntad divina” (23 de junio de 1996).